miércoles, 9 de diciembre de 2009

Restaurantes en Sevilla

San Fernando 27: La primera vez que entré en este restaurante no tenía excesiva confianza. Pronto cambió mi opinión al probar sus platos de cocina moderna hecha por lo que parece ser un equipo joven que busca un tipo de clientela muy determinado. Todo muy correcto.

Marea Grande: Lo que marea es ver el tamaño de algunas de sus raciones, como la extraordinaria corvina, uno de los platos recomendados de la casa. Excelente elaboración en todo lo probado.

Egaña-Oriza: Tremenda decepción la de este restaurante situado en un bonito y amplio local. Nada está a la altura de la decoración ni de las instalaciones. Ni comida andaluza ni vasca ni nada que se le parezca. Todo malo, flojo y descuidado, desde la comida hasta el servicio.

Restaurantes en Pontevedra (y provincia)

Pontevedra

Doña Antonia: Cuando quieres tomarte un buen producto del mar lo que deseas es que no te lo chafen con nada que le perturbe el sabor. Justo lo que consiguen en este buen restaurante donde todo sabe a lo que tiene que saber. El mar en un plato.

Casa Solla: Otro premiado con estrella Michelín que no lo justifica. El cordero es una bola de petanca, los pescados saben a sabores que no deseas probar, distrayendo su origen. Todo pequeño, caro y extravagante.


Sanxenxo

Rotilio: De esos restaurantes donde es muy difícil que te levantes insatisfecho. Excelente materia prima y muy bien elaborada, aunque haya perdido la distinción de Michelín.


Vigo

Las Cubas: Ha mejorado mucho este restaurante después del último cambio sufrido. Los platos son al estilo portugués, no en vano buena parte de su clientela es del país vecino, lo que le da un toque de originalidad a la oferta de la capital de las Rías Baixas.

Laxeiro: Irregular, no es malo el producto pero a veces un poco grasoso, menos aceite le iría bien, tanto en platos en cazuela como en pescados a la plancha.

La Oca: Uno de los mejores restaurantes de Galicia. Comida con un toque francés, ligera, delicada y en proporciones no excesivas, pero con mezcla de sabores que no dejan indiferente. Local pequeñito.

Restaurantes en Aranda de Duero

Mesón de la Villa: Dicen que la cocinera de esta casa es la reina del escabeche. Ando mal de monarquías, pero lo que sí puedo asegurar es que la caza en escabeche que preparan aquí está de maravilla. Es un restaurante familiar, clásico en la ciudad, lleno de gente de Aranda, en el que debes ir preparado para mojar el pan en la salsa hasta no dejar ni gota. Muy bueno.

Restaurantes en Ávila (y provincia)

Ávila

El Almacén: Hay sitios que resultan agradables desde que entras, y éste es uno. Por si fuera poco, el resultado es el que esperas. Se alejan de lo tradicional que puedes encontrar en cualquier restaurante o mesón de la ciudad. Apuestan por una propuesta diferente y lo consiguen.

Arévalo

Las Cubas: Poco donde escoger, pero para chuparse los dedos, sobre todo el cochinillo, el más rico que he probado. Nadie (que conozca) lo prepara como ellos, tierno, en su punto, buenísimo. El lechazo no llega a ese nivel, pero está bien. Los entrantes malos. Hacen bien esas dos cosas, y ésa es su tarjeta de visita. Un sitio excelente.

Restaurantes en Toledo

As de Espadas: Muy bonito, acogedor y moderno local en el que el lavabo parece más bien una perfumería... Ojalá otros aprendiesen. Yéndonos a la mesa, magnífico el foie con reducción de Pedro Ximénez, lo mismo que la perdiz. Un sitio que me gusta especialmente.

Restaurantes en A Coruña y Ferrol

A Coruña

Casa Vasca:
¡Ay, esos aceites!, qué manía de encharcar la comida en aceite. Si se pide un pescado a la plancha es a la plancha, no sumergido por muy bueno que sea el aceite de oliva que se ha utilizado. Mal las zamburiñas, con exceso de jamón que sólo les aporta sal (otra manía más); pobre y aceitoso el mero, muy bien la merluza. Una de zamburiñas, 15 euros; una de mero, 24 euros; una de lomos de merluza, 22 euros; una de Terras Gauda, 17,50 euros; dos de pan, 2 euros; dos cafés, 3 euros; total, 83,50 euros.

Es justo dar una segunda oportunidad, así que se la he dado. La segunda vez ha sido mejor que la primera: salpicón de lubrigante, no es el mejor de la ciudad, pero cumple, solo cumple, podría ser fácilmente ser mejor, aunque más que suficiente para una persona; atún en pisto (una persona) y atún encebollado (la otra), bien hecho, punto perfecto, un poco crudo por dentro, muy abundante. Los dos atunes bien. Servicio muy agradable.

Coral: El clásico restaurante donde se va a comer, pero a comer de verdad sin esperar innovaciones ni nada deslumbrante por diferente. Es la comida de siempre bien hecha. Las raciones no son todo lo generosas que cabe esperar, pero presentaciones y acabados son excelentes. Muy bueno el salpicón de marisco y la preparación de los pescados, que es lo que esperas de un restaurante gallego. Ambiente con clase.

A Mundiña: Otro que machaca las zamburiñas y se le va la mano en el aceite. Aun así, muy buenos los pescados, pasados en su término justo, y el salpicón de marisco. El local agradable y bullicioso, siempre lleno.

La Iebolina: Trabajan producto de la tierra intentando hacer una cocina gallega con un toque moderno y a la vez diferente. Posiblemente el resultado es un poco soso, pero cumple bien, desde luego. Buena la raya. El local pequeño pero acogedor. Servicio atento y simpático.

Jesusa: ¡Jesús!, ¿pero quién animó a esta gente a poner un restaurante? Encima parece que les haces un favor. A evitar.

Gallo de Oro: En Arteixo. Da la impresión de venir precedido de un exceso de fama. No es para tanto. Hay que vigilar un poco los puntos, es mejorable pero se le reconoce cierto nivel.

Playa Club. Magníficas vistas a la playa de Riazor, y mejores vistas todavía a los excelentes platos que hacen de este restaurante una de las mejores ofertas de la ciudad. Preparación exquisita de pescados y mariscos, toques modernos sin pasarse, sabores naturales en raciones lógicas. Excelente servicio. Muy recomendado.

Calypso. Siéntate en la barra o en una mesa y disfruta de su salpicón de marisco, pocas veces lo tomarás mejor, más abundante y sin engaños por culpa de un exceso de huevo, cebolla o vinagreta. A veces se les va un poco la mano en la nata que le da un toque especial, pero vale la pena probarlo. Volverás.


Ferrol

Muiño do Vento. En Fene. Nada de pamplinas, el salpicón de marisco va repleto de buen marisco como en muy pocas partes lo verás; el pescado que pidas será una magnífica ración de pescado. Todo claro y diáfano y a un precio razonable. ¿Cuándo volvemos?

Restaurantes en Valencia

Ca Sento: Uno de los reyes de la gastronomía valenciana. Magníficos arroces, como era de esperar (aunque no se debe citar la palabra paella en este local). Los entrantes no están a la altura del resto, pero demuestran alta categoría en las demás preparaciones. El servicio también debería aportar un poquito más de alegría, pero sobre todo deben reparar el problema de mal olor (espero que ya lo hayan hecho) que se percibe a la entrada. Por cierto, de paso no estaría mal poner una plaquita para saber por dónde se entra.

Schmidt: No me gusta nada ir a un restaurante y no poder elegir lo que como, sobre todo como en el caso de éste, en el que no me agrada nada su estilo y forma de trabajar. No me convenció lo que probé. Encima se empeñó en servirnos los platos sobre unos LP de vinilo realmente sucios. Peca de exceso de originalidad en la comida, en la presentación y en su propio comportamiento, y se pasa en todo. Quizá una vuelta a la lógica y a lo clásico le vendría bien.

Restaurantes en Bilbao

Etxanobe: Fernando Canales se hace tan agradable en el trato que enseguida se olvidan algunas carencias de su restaurante. Más que carencias, defectillos (¿por Dios, quién decoró ese salón?). También habría que cuidar la vestimenta de las camareras...

Por lo demás, los platos hacen gala de lo que se espera de uno de los más conocidos cocineros del momento. Está lejos de algunos de los punteros, pero ofrece buenos resultados, quizá en ciertos casos hay platos no tan excelentes como se dice (como el de sus famosas sardinillas, buenas pero sin más interés). El caso es que cuando se habla un rato con Canales decides volver.

Restaurantes en León (y provincia)

Vivaldi: Uno de los mejores restaurantes de la zona Norte. Magníficas preparaciones, como las manitas de cerdo, aunque siempre parecen escasas. Platos muy delicados y ligeros. Local agradable y buen servicio. Uno de esos restaurantes a los que siempre se vuelve.

Posada Real: Están un poco subidos de precio en este restaurante ubicado en un local tipo mesón tradicional. Ha perdido un poco de calidad, deberían cuidar más el acabado de los platos y vigilar los importes que figuran en la carta.

París: No está mal este sencillo restaurante del hotel del mismo nombre. Es económico, por lo que en ese nivel hay que juzgar el resultado. Interesante.

Parador San Marcos: Una vez más se cumple, aquí "todo sabe a Parador". En fin, no tocarás las castañuelas.

La Peseta: En Astorga. Restaurante familiar emblemático en la ciudad. Es famoso por su cocido maragato, aunque está mucho mejor el cordero, sin comparación. Muy típico.

Restaurantes en Cascais-Estoril

Porto de Santa Maria: Situado en o Guincho, en las afueras de Cascais, junto a un mar bravo al que acuden surfistas de todos los rincones. Nada más entrar se tiene la impresión de estar sumergido, tal es la impresionante oferta de pescados y mariscos, de lo mejor que se puede encontrar en la zona, estratégicamente expuestos para que no pasen desapercibidos al cliente que entra. Preparación muy buena, productos de primera calidad y precios en paralelo, pero compensa la experiencia.

Cen Maneiras: Muy en la línea del Eleven de Lisboa, un poco menos caro (no mucho) y con raciones algo más grandes (no mucho). Un festival para deleitarse con cada plato. Cocina creativa y nada tradicional. Restaurante de nivel muy alto.

Visconde da Luz: Una marisquería especializada en los muy buenos productos del mar que se encuentran en esta parte de la costa. Local muy agradable en medio de un céntrico jardín. Otro para disfrutar de verdad.

O Batel: Un buen compromiso para comer bien sin romper la hucha. Agradables almejas a bulhao pato. Buenos pescados. Terraza en verano. Fuera de los súper caros, uno de los más recomendables.

Luzmar: Similar en calidad al anterior, prácticamente se puede decir lo mismo.

Casa Velha dos Galegos: Tuvo tiempos mejores, un poco turístico demás, con lo que eso conlleva. Algo incómodo por estar demasiado aprovechado el espacio. No hay que esperar maravillas.

Miragem: Restaurante del hotel del mismo nombre. Lujoso y elegante comedor, cocina cuidadísima, escapando también de todo lo que es tradicional. Preciosas vistas a la bahía. Servicio impecable.

Estoril Mandarín: Magnífico y elegante restaurante chino del Casino de Estoril. No se pueden hacer comparaciones con los habituales chinos, aquí la preparación, los productos, los platos y los precios están muy por encima. Tampoco se puede decir que sea excesivamente caro. Servicio espléndido, todo es muy agradable.

Fortaleza de O Guincho: Restaurante de este hotel de cinco estrellas próximo a la playa de O Guincho. Comida francesa premiada con una estrella Michelín. Si se es amante de ese tipo de elaboraciones hay que probarlo y dejarse llevar por el excelente panorama que se ve desde sus ventanales.

Atlántico: En Carcavelos. Típica y tradicional marisquería siempre a tope de gente de la zona. Se defienden bien con los pescados, mariscos aceptables, pero hay que vigilar el peso de lo que se pide, puede haber "errores", así que lo mejor es elegirlo uno mismo y que se lo pesen en su presencia.

Don Fausto: Modesto restaurante, típico portugués, muy económico, pero si no se quiere gastar mucho no se saldrá defraudado. Claro, no se le puede exigir nada que se le exigiría a cualquiera de los anteriores.

A Tasquinha de Cascais: Pequeño restaurante de pescadores. Algo irregular. Hay que probar las sardinas y los jureles (carapaos)


A evitar si lo que se pretende es comer bien: todos los que se encuentran en la zona del Largo de Camoes. Puro turisteo.

Restaurantes en Lisboa

Eleven: Primer restaurante portugués con una estrella Michelín. Preciosas vistas del Parque Eduardo VII y de la zona baja de la ciudad. Cocina creativa de fantástico resultado, lo malo es el precio y que las raciones son cuatro bocados, lo que incrementa la sensación de ser excesivamente caro. Un capricho que hay que permitírselo (y tomar un bocadillo al salir).

Imperio dos Sentidos: En el Chiado, la zona de marcha. Gente joven con ganas de hacerlo bien, y lo consiguen. Local pequeño con las mesas un poco apretujadas (algo normal en Portugal), no tienen demasiada oferta pero lo hacen bien. Muy agradable.

Faia: Una de las mejores ofertas si se quiere gozar de una buena cena escuchando a excelentes fadistas durante casi dos horas. Raciones muy abundantes, buenos pescados. En el precio se incluye la actuación musical, hay que tenerlo en cuenta porque no es excesivamente caro.

Bica do Sapato: Lugar de moda a la orilla del Tajo a donde acuden famosos y "gente bonita". Más bien es un lugar para ver y ser visto porque hay restaurantes mejores en la capital.

Tavares: El restaurante más antiguo de Lisboa, conserva su clásica elegancia. Se aparta de las tradicionales ofertas presentes en las cartas de la competencia. Siempre cumple, platos originales y bien logrados.

Gambrinus: Fue en su día un referente en la ciudad. Hoy hay otras posibilidades, especialmente a mejores precios y con calidad similar o superior.

Quebramar: Ruidoso y bullicioso local, típico y alegre. Bien de precio y con pescados y mariscos frescos.

Restaurantes y tapas en Salamanca (provincia)

Guijuelo

El Pernil Ibérico: Bullicioso mesón en donde probar el conocido y rico jamón de la localidad.

Ciudad Rodrigo

Estoril: Lo intentan y ponen todo su empeño. Local acogedor y gente amable. El resultado sólo regular. Los precios de barra son muy altos.

Palacio Maldonado de Chaves: Agradable local en uno de tantos bonitos edificios históricos de la ciudad.

Zascandil: Sorprendente local por la variedad, calidad y originalidad de sus tapas. No hay que perdérselo porque ofrece lo que ningún otro bar de la ciudad. Además es barato. Recomendables el pincho de secreto y el de caramelo con boletus, ambos 1 euro.

Ángel: Clásico bar de la Plaza Mayor conocido por sus famosas croquetas.

Restaurantes y tapas en Cáceres

Bar Zeppelin: Agradable local con tapas muy interesantes. Además no es caro: un Rueda, una caña, un pincho de paté con mermelada, un pincho de gulas con piquillo, 3,40 euros. Las tapas muy buenas.

Atrio: Un símbolo en la ciudad. Bien decorado. Los platos a veces con sabores un poco artificiales, otros de notable, pero no se acercan al bombo que le dan a este restaurante. Ni de lejos es para tanto, además de alcanzar unos precios de locura: dos entrantes y dos platos de pescado 183,18 euros; pan y una chorradita de aperitivo, 11,21 euros; botella de vino, 45 euros. Atención a este respecto, elija usted el vino, al maître se le va la olla, no se deje aconsejar. El servicio, lamentable.

Restaurantes y tapas en Lugo (y provincia)

Si algo tiene la hostelería de Lugo es su amabilidad... y sus tapas. No son elaboradas como las de Cádiz o del País Vasco, sino a base de productos de la tierra (pulpo, embutidos, arroces con calamares, chipirones, mejillones, quesos, habas, callos), pero son abundantes, sabrosas y gratuitas. Sí, gratuitas, y cuando tomas una tapa posiblemente vuelva a pasar el camarero al poco rato con otra bandeja para que repitas o pruebas una distinta.
Cualquier bar, en general, es bueno para tapear, destacando los que se encuentran en el entorno de la Plaza del Campo y la catedral.

Restaurantes

Dice el reclamo publicitario que "Y para comer Lugo". Quizá sea un tanto exagerado, pero desde luego se puede salir a gusto de sus muchos restaurantes.

Verruga: Uno de los de toda la vida, buenos productos del mar. La barra está siempre a tope de gente tapeando sus chipirones o los famosos mejillones.

España: Quizá el mejor actualmente de la ciudad. Cocina un poco más creativa de lo habitual, muy buenos pescados. Falla en los fritos, algo grasientos.

Campos: Destaca sobre todo por la caza, algo que hacen muy bien (aunque caro).

Mesón de Alberto: No sé por qué pasa, pero sucede habitualmente: aquel cocinero que se da más autobombo no suele ser el mejor. Y así ocurre también en este restaurante que muestra multitud de premios por las paredes y fotografías de famosos, pero donde no se come bien. Mejor una tapa de lacón en la barra, suele estar rico.

Nito: Está en Viveiro, en la costa cantábrica. Es el mejor restaurante de la provincia y uno de los mejores de Galicia. El pescado lo bordan. Muchos coincidimos en que realmente se merece desde hace mucho una estrella Michelín, posiblemente los de la Guía no sepan dónde está Lugo. Preciosas vistas al mar. Vale la pena el viaje.

Restaurantes en Santiago de Compostela

No es Santiago de Compostela una ciudad en la que brille la hostelería. Parece hacerse bueno eso de que donde hay grandes aglomeraciones de turistas, vale todo o casi todo. El servicio no suele ser muy profesional y da la impresión de que la norma es hacer las cosas un poco como de andar por casa. Curiosamente hay productos casi imposibles de comer bien en ningún local, salvo en el Calderón, por ejemplo las vieiras: cada cual las destroza más que la competencia.

Restaurantes
Casa Marcelo: Quién le regaló a este muchacho una estrella Michelín, lo ignoro, pero realmente no se hace merecedor de la fama que le dan y que él mismo aprovecha para regalarse. Local pequeño con servicio al nivel de sus platos, muy malo. En la mesa, todo es caro, escaso, extraño, sin gracia y mal preparado. Además, no hay carta, con lo que si no te gustan los platos de ese día, ya sabes qué tienes que hacer, o te fastidias o te vas.

Calderón: El mejor restaurante de la ciudad, sin ninguna duda. Andan mal de personal y el local, una antigua casa en el centro compostelano, recoge en cada habitación un comedor, con lo que a veces el comensal tiene que luchar contra el sueño y el aburrimiento. Por contra, de su cocina sale lo mejor que en Santiago se puede tomar: foie, carnes, pescados delicadamente preparados. Todo muy bien, solamente hay que controlar un poquito la salsa de almendra, algo fuerte demás.

La Barrola: Venido claramente a menos. Cuando preparaba cocina tradicional era un lugar a tener en cuenta, pero ahora se apuntó a la moda de la cocina "moderna" y lo ha fastidiado. Un poco sucio en general.

Dos Reis: Restaurante del Hostal de los Reyes Católicos. Espectacular comedor en las antiguas caballerizas, elegante y ciertas noches con acompañamiento de piano. La comida "sabe un poco a Parador", pero vale la pena el menú de degustación. El salón es un plus.

Camilo: Uno de los clásicos de Santiago. Cada vez peor, esos pescados raramente son frescos...

Sexto: Pescados a la plancha secos y quemados, vieiras enterradas en jamón salado y pan rayado, bacalao al ajoarriero irreconocible. No hace falta seguir.

Pedro Roca: En su anterior etapa al frente del restaurante del hotel Meliá Araguaney lo hizo muy bien, casi tanto como el Calderón (un pelín por debajo), pero claramente es el segundo mejor de la city. Acaba de abrir su propio restaurante, y se nota lo difíciles que son los comienzos. Mantiene su línea de creatividad, platos ligeros y elegantes. Tiene claro lo que quiere y lo hace suficientemente bien.

Ruta Jacobea: La pena es que está un poco alejado, cerca del aeropuerto, porque se come bien. Servicio profesional y correcto en un comedor alegre y amplio.

Don Gaiferos: En su día fue uno de los mejores, actualmente, aun conservando un bonito comedor en piedra, ha perdido gran parte de su carta. La calidad ha caído en picado, pero al menos le salvan las carnes. Necesita renovar su oferta urgentemente. El personal majísimo. Esa cualidad y lo bonito del local es lo que de momento le mantiene.

Nosa Terra: Pasa un poco desapercibido por estar en la zona nueva. Comida casera bien elaborada. Buenos productos. Le dan bien a la caza. Una de las mejores relaciones calidad-precio.

Nova Galicia: Necesitaba una mano este tradicional local y al fin se la han dado, con lo que en aspecto ha mejorado muchísimo. No es de los más conocidos ni famosos, sin embargo su relación precio-calidad es posiblemente la mejor de la ciudad. Suelen tener pescado muy fresco y bien preparado. Interesantes raciones si no se quiere gastar mucho. Un recomendado. El servicio es encantador. Eso sí, empanada, abstenerse, como en tantos otros sitios.

Pasaje: Haciendo gala a su nombre, pasemos de largo. Ni caza ni pescado, a no ser que te quieras meter entre pecho y espalda un chuletón gigante. Solo para eso. El servicio debería ver el anuncio de Profidén.

De tapas en Cádiz

Cádiz es una ciudad privilegiada para aquellos a los que les gusta salir a tomarse unos vinos o unas cervezas con unas tapitas, y es que en La Tacita de Plata hay la buena costumbre, como en otros lugares de Andalucía, de comer o cenar tapeando.

Son muchos los lugares interesantes que ofrece esta ciudad para degustar verdaderos miniplatos, algunos exquisitos y con una presentación muy cuidadosa. Si además se tiene la ocasión de visitarla durante el verano mejor que mejor. En esa época se celebra la llamada Tapa Cai, una ruta gastronómica por más de medio centenar de establecimientos que preparan suculentas tapas a un precio muy económico (tapa y vino, 2,30 euros en el verano de 2008).

Hay tres zonas diferentes para el tapeo: la de La Viña, entre la playa de La Caleta y el Mercado; la de Mina-San Francisco, en el casco antiguo de la ciudad, y la del Paseo Marítimo, a lo largo de la playa de La Victoria.

Zona La Viña

Es probablemente una de las más turísticas y por lo tanto no es de mis preferidas por la habitual tendencia a escapar de las masificaciones de visitantes, que generalmente tienen como consecuencia una calidad inferior a la de los locales frecuentados por los autóctonos.

Casa Manteca: Casi un templo para los turistas. Se exagera un poco el interés de esta antigua taberna, a la que se trata casi como un icono de lo gaditano. No es para tanto, pero vale la pena visitar este abarrotado local a cuya puerta los clientes hacen cola para entrar antes de su apertura. Así, tal cual, por increíble que parezca. Lo típico aquí son los chicharrones (muy ricos) y el excelente queso.

El Faro: Sin duda, el más conocido de los restaurantes de Cádiz. Tiene una barra también repleta de clientes (algo por otra parte casi común a todos los bares de la ciudad). Se encuentran desde los típicos fritos de pescado, las tortillitas de camarones hasta pequeñas creaciones que dan la pista de lo bien que se come en el interior, aun así, en mi opinión, perdieron calidad. Las tapas son un poco más pequeñas y algo más caras que lo que se estila en la ciudad. El servicio un poquito subido de tono, más modestia...

La Rosa de los Vientos: Debería tener más clientela este bar que intenta llevar el diseño a sus tapas. La de atún, por ejemplo, muy buena. Vale la pena probar lo poco que ofrece en su carta, aunque a veces esté algo desangelado el local. Recomendable.

Nono: Bar de habituales, fuera de los recorridos turísticos, aunque muy próximo. Muy amables.

Zona Mina-San Francisco

Casa Lazo-El Antiguo Almacén: Clientela gaditana y de cierta edad es la que se da cita en este tradicional local, demasiado estrecho para la cantidad de personas que se agolpan alrededor de la barra. Además del glorioso olor del jamón, tiene tapas de cocina muy apetitosas y logradas.

Ultramarinos El Veedor: Mejor que el El 10 del Veedor, situado enfrente. Antigua tienda de ultramarinos en la que se sirven bebidas y tapas de atún, secreto de ibérico, carne al toro, embutidos y una variedad de tortillas de patata.

Show de tapas: Toque moderno a la tapa gaditana. Tienen otro local, más amplio, en el Paseo Marítimo. Pequeñas creaciones de diseño en un entorno agradable y con un servicio muy amable. Acaba de ser renovado.

Cumbres Mayores: Una de las atracciones de la calle Zorrilla, fácilmente identificable por el anuncio de Cruz Blanca hecho en azulejos en la fachada. Las tapas de carne son ricas y muy generosas, aunque se abusa de salsas muy similares, con lo que da la impresión de que saben todas demasiado parecido. Siempre lleno hasta la hora de cierre. Muy amables.

La Nueva del Puerto: Para tomarse unas gambitas o unos langostinos con la socarronería gaditana como música de fondo.

Casa Castillo: El más flojo de la zona. No tiene tapas de la misma calidad que la mayoría de locales de su entorno. Andan además un poco regulín de alegría, cosa extraña en Cádiz. Allí nunca hay prisas.

El Balandro: Curiosamente, se come bien y a un precio muy ajustado, pero las tapas de la barra no me convencen. Las tortillitas muy aceitosas. Mucho mejor los platos de la carta, que hacen de él un restaurante muy a tener en cuenta. Personalmente me encuentro más gusto y como mejor aquí que en El Faro.

Zona Paseo Marítimo

Show de tapas: Más o menos como el de la calle San Francisco, pero con un local más grande y frente al mar. En general tapas muy conseguidas de estética y sabor.

Arte Serrano: Hay abundancia de tapas, es difícil elegir, pero nada está bueno, o sea que tampoco merece la pena romperse la cabeza. Algunas tapas incluso poco agradables, como el brick de chipirón, o el pastel de pulpo Tampoco el servicio es para alegrarse el día.

La Marea: De lo mejor de la ciudad. Excelente el tataki de atún con fideos de apio. Muy buenos pescados. Magnífico servicio.

Loanca: Tabernita con un ambiente de lo más gaditano. Aunque su aspecto no dice nada (más bien puede restar que sumar), ofrece unos exquisitos pescados a la plancha (muy buenos los choquitos, marrajo, cazón, lubina, sardinas...). Fines de semana menudos y paella. Amabilidad y simpatía. Un fijo.

Las Flores: Freiduría con otro local en el centro. Nada que ver con el anterior. Es muy conocida en la ciudad, y ésa es su suerte. Nada especial, aunque el trajín de pescado frito es continuo a lo largo del día.

Arana: Agradable servicio, siempre muy lleno pero muy rápidos. Tapas conseguidas, como los chocos a la plancha o el atún.

El Fogón de Mariana (La Montanera): Raro es decir esto de un bar gaditano, pero en éste andan muy flojos de educación. Bonito local donde las carnes son las protagonistas (ternera mechada con roquefort, rulo con ibérico al horno, carne de toro).

El Español: Clásico restaurante con tapas en su amplia barra. Cumple bien en general.

La Teja: Tiene otro local en la calle Zorrilla. Es una hamburguesería, pero ofrece montaditos muy apetecibles, así como unos langostinos generosos.



Otros

(Zona Ayuntamiento)

El Aljibe: El olor a aceite reutilizado traiciona a este restaurante. Francamente mal las tapas y el olor.

La Cigarrera: Bastante bien en general. Muy agradable el atún encebollado. Local pequeño con personal servicial.

La Catedral: Muy bien situado, frente a la catedral como su nombre indica. No aporta nada especial, uno más para chatear.


(Zona Avenida)

De Pablo: Muy irregular, en ocasiones con malos productos. Lo del aceite, casi como El Aljibe (menos exagerado), se nota que son del mismo propietario.

Barceló: En el bar de este hotel se encontrará uno de los mejores servicios de la ciudad: enormemente amables. Regulares sólo las tapas, aunque muy originales. Hacen unas paellitas que cumplen bastante bien. Es muy entrañable.

Restaurantes en Madrid

Comienza a darme la impresión de que comer fuera de casa no sólo no me ilusiona sino que además empieza a fastidiarme. La frustración de pagar por algo que no agrada y que muchas veces está hecho con descuido es algo que cada vez siento con más asiduidad.
Os contaré, por ejemplo, algunas experiencias en Madrid.

Pedro Larumbe. Conocía a este cocinero por sus programas en Canal Cocina. La imagen que transmitía, de seriedad y buen hacer, nos llevó a visitar su bonito restaurante, en el antiguo edificio de ABC, en la calle de Serrano de Madrid. El local es realmente digno de ver, aunque en mi opinión resulta un poco frío para usarlo como comedor y nada acogedor.
El servicio resultó agradable y atento, pero el chasco (y enorme) vino a la hora de probar lo que habíamos pedido. En primer lugar, una copa de buey de mar, realmente pesada, con un exceso de aceite que nada más probarla cayó en el estómago como un plomo. Éramos dos personas en la mesa y ambas tuvimos la misma sensación. Conclusión, la dejamos completa porque intuíamos que aquello nos iba a sentar mal.
A continuación nos animamos con una vieira asada con aire de albariño. Seca y apelmazada, con una espuma de clara desagradable y que nos llevó a hacer lo mismo que con el plato anterior. La dejamos casi íntegra (salvo lo poco pero suficiente que habíamos probado). El remate final vino con la corvina asada con ragut de hongos, praliné de piñones y pesto. Supuestamente era corvina salvaje, pero una vez en la mesa nos encontramos con un producto que no era fresco, con una textura que indicaba el paso del tiempo y un nada agradable colorcillo amarronado por alguna de sus partes. En la boca la sensación era de estar comiendo un tubo oxidado, tal era el resultado de la mezcla de un exceso de trufa y del pesto. Tampoco la comimos.
Dos de pan y el aperitivo de la casa (esto no lo pedimos), 5 euros; una copa de buey de mar (habíamos pedido dos), 15 euros; una vieira (habíamos pedido dos), 3,50 euros; una corvina (habíamos pedido dos), 22 euros; una botella de cava, 27 euros; dos cafés, 4,40 euros.
La dieta nos salió cara.Tranquilamente nos fuimos con una enorme decepción ya que esperábamos muchísimo más de este restaurante, al que será difícil que vuelva. Creo que a Larumbe ya ni en televisión.

La Taberna del Puerto. Restaurante con animada barra en la calle Menorca, esquina a Fernán González. Platos de inspiración andaluza. También esperábamos bastante más de este local que suele aparecer en la ruta del tapeo del barrio de Retiro. Nuestro paso por allí se saldó con un empate. Unas gambas de Huelva bastante apañadas, que superaron con holgura el aprobado. Posteriormente, lubina en salsa de champán, que en realidad era un trozo de pescado soso y tieso como la mojama perfectamente escondido bajo un mar de nata que lo hacía empalagoso y hasta un poco repugnante. Éramos dos comensales, uno dejó el plato entero y el otro tomó como la tercera parte. Al menos solamente nos cobraron las gambas y uno de los pescados. Dos de pan, 2,20 euros; una de gamba blanca, 18 euros; una lubina (habíamos pedido dos), 22,50 euros; una botella de cava Anna, 19,39 euros; dos cafés, 1,98 euros; total, 79,78 euros.
Cuando un plato viene disimulado en una cantidad de salsa tan brutal, malo. Esta regla no falla.

Sergi Arola. La Broche, en el hotel Miguel Ángel, en la Castellana, es el restaurante de este mediático cocinero. La decoración, excesivamente minimalista, hace bastante soso el conjunto. El servicio excelente, simpático y evitando hacerse los estirados, como suele ocurrir en este tipo de locales. Por lo demás, al hablar de La Broche se acaba pronto. Excelente. Una buena idea es pedir alguno de los menús de degustación, apreciándose así que tanto en carnes como en pescados Arola lo borda. Un poco caro pero merece la pena la prueba. De los mejores sitios en los que he estado.

Rafa. Marisquería de la calle Narváez con clientela que parece fiel. Pescados y mariscos circulan ante la mirada de los clientes, sin embargo es más su fama que lo que realmente da. El salpicón de marisco no es más que unas colas de langostino inmersas en una vinagreta excesivamente contundente que arrasa el poco sabor de dichas colas. No deja de ser como un de las tapas que ponen en algunos bares del Norte del país con un vinito en la barra. El rodaballo "salvaje" estaba completamente "domesticado", soso, pobre y sin gracia ninguna. Una de salpicón, 25 euros; dos rodaballos, 68 euros; pan y aperitivos, 4 euros; una botella de Rueda, 19,50 euros; dos cafés, 3,50 euros; total, 130 euros. Lo único "salvaje", el precio. Para no volver, eso sí, al bar he regresado porque me resulta muy alegre y agradable.

El Chiscón. En la calle Castelló, regular servicio en este restaurante en el que parecen estar por encima de sus posibilidades en cuanto a la clientela que pueden atender. Muy bien la carrillera, un poco más flojas otras carnes, pero en general cumple. Les falta un poco de amabilidad y simpatía con el cliente.

Castelló 9. Casi vecino del anterior. Restaurante serio, buen servicio, clientela mayorcita y buen acabado de los platos, pero demasiado caro para el resultado final. Merece más oportunidades, aunque tuvieron un detalle muy feo: mientras esperábamos nos sirvieron unos pinchitos que no habíamos pedido, pensamos que era, como suele ser habitual, invitación de la casa. Nos cobraron por ellos 17 euros. Cuando se va a cobrar por algo que el cliente no ha pedido hay que darle la oportunidad de que lo rechace e informarle del precio.

Ibiza 41. Hecho de menos La Hacienda Argentina, un estupendo restaurante que se encontraba en el mismo local que ahora ocupa el Ibiza 41, ubicado en idéntica dirección, muy cerca de la parte trasera del Marañón. Se han cargado todo lo que el anterior tenía de bonito y elegante, ahora los malos materiales destacan demasiado, lo mismo que lo justito del servicio. También la comida está a un nivel bastante inferior al anterior, pero visto lo que hay por la zona tampoco defrauda en exceso. Digamos que es normalito.

Méndez. En la calle Ibiza, ruidoso y popular, prefiero la barra para tomar unas tapas al comedor. Los platos tienen resultados muy dispares, por ejemplo el gazpacho es sencillamente agua chirria, algunas carnes solamente aceptables, otras ni eso, pero al menos es económico. Si no se tienen muchas pretensiones (y la cartera no demasiado llena) se puede intentar.

La Cocina de María Luisa. Disgusta no poder ser generoso con esta encantadora cocinera que pone de sí todo lo que está en sus manos. El resultado son unos platos excesivamente contundentes, a veces rayando lo bruto. Esos rellenos de carne... son de Alka Seltzer. Demasiado caro (ensalada de vieiras, 28 euros; manitas de cerdo, 27 euros). Local agradable. Entrada por Jorge Juan.

Casa Botín: Demasiado turístico, sólo para quien quiere que la tuna le cante mientras se come una carne chamuscada.

Casa Paco: Restaurante clásico, sin sorpresas en sus platos, pero donde todo sale a pedir de boca. No faltan los famosos.

Palacio de Oriente: Precioso local, elegante y cuidado. Los platos sin excesos pero bien.